La restauración de muebles es una distracción que no puedo evitar. A pesar de que estos trabajos en ocasiones requieren un esfuerzo físico que ya me cuesta, siempre cae algo en mis manos y me lío con ello.
En esta ocasión esta mesa me llego de la mano de una amiga. Se la encontró al lado de un contenedor. Tiene esta habilidad, que yo nunca he tenido. Cuando va en coche de noche, no debe haber muchas cosas que ver, y se debe fijar en lo que cuelga de los contenedores, y ya me veo a su marido frenando de repente a la orden de… ¡para Toni que he visto una cosa que me gusta! A lo que Toni, que ha vivido este hecho muchas veces, contesta, ._ pero Reme… si ya no te caben más cosas! Le da igual, ella se encarga de colocarlo en algún sitio, y me tocó a mí.
Le gusta la restauración y me la dio prácticamente decapada, el resto corrió de mi parte.
No sé de que estilo es, ni cuanta antigüedad tiene, no entiendo tanto, solo sé que tuve que encargar a mi carpintero uno de los barrotes curvados que le faltaba de la parte de abajo (le lleve el otro de muestra) cuando lo vio a poco me manda al carajo, ._Pero chica si esto es de roble o encina! ._Pues ala… lo haces de roble o encina, que así es toda la mesa, y no la voy a dejar manca.
Es un santo.

Y así quedó.
Una vez decapada y lijada , tapaporos, más lija... y así hasta que quedó lista para darle la cera correspondiente.
La terminé a principios de julio.
¡ Gracias Reme !
Mari.