Marcan caminos, adornando las cunetas, embellecen barbechos, y hasta el rincón más baldío recobra importancia porque, la reina de la primavera a encontrado el sitio donde reinar.
Ella, la Amapola, es admirada con disimulo por el más ocupado y rudo campesino, capaz de emocionarlo a pesar de considerarla una mala hierba para sus cultivos.
Y con todos los inconvenientes con los que se encuentra, es una superviviente, porque sus semillas tienen el poder de esperar el tiempo que sea preciso para brotar y ruborizar el paisaje. Así es cuando la primavera se presenta generosa.
M. Calzada